En esta piel de toro (II)
Otro argumento podría ser el mismo que se barajó en el Reino Unido, el sufrimiento de las liebres, que si, que es cierto, que como cualquier víctima en la natruraleza, sufre, e incluso, a veces, muere. Pero no es menos ciero que lo que pasó en Inglaterra enfrentó a través del tema de la caza del zorro y de la copa Waterloo (caza de liebre con galgos), a colectivos ecologistas urbanos, con colectivos no menos ecologistas rurales. El supuesto problema pronto se convirtió en un problema nacional que tapó a otros muchos, como casi siemrpe pasa en política, y que redujo finalmente el tema de la caza en un simple posicionamiento laborista o conservador. Increíble, pero en estos casos la gran maquinaria de prensa británica, con sus sensacionalistas diarios al frente tuvieron una buena gallina de los huevos de oro, el tema dió para escribir y vender mucho, porque el final ya se sabe.
Un tercer argumento es el sufrimiento del galgo. Negarlo sería una verdadera perogrullada. Yo mismo poseo tres galgas y pocas imágenes son tan aterradoras como las que de vez en cuando se ven en los medios de comunicación, e imaginas a tus perras de tal guisa. De las tres galgas que poseo dos son recogidas, una a la Sociedad Protectora de animales y Plantas de Sevilla, de la que soy socio desde 1993, otra de un conocido galguero que me la regaló, y la tercera perra llegó a casa como cachorra, también como regalo.
Contra esta lacra del maltrato y el abandono que, no lo olvidemos, se manifiesta en todos y cada uno de los ámbitos sociales, e incluso familiares de nuestra actual sociedad, estamos muchos. Los galgueros también. Sólo hay que leer o ver la cantidad de mensajes que anualmente se lanzan desde los colectivos de cazadores y por ejemplo, la Federación Española de galgos, el Club Nacional del Galgo Español, o criadores como El Legionario o Vallestrella, que hasta incluso tienen sus refugios para galgos abandonados y trabajan diariamente codo con codo con numerosas protectoras de todo el país, e incluso en el extranjero.
Si parecen todos argumentos de peso, pero vamos a analizarlos más detenídamente, porque no se sabe bien si son galgos o podencos.
España es un país de cazadores. Nuestro territorio es rico y variadísimo en paisajes y ecosistemas. El medio rural conserva, en muchos casos, costumbres como la caza, muy ancestrales, que no han hecho sino favorecer y mantener vivo ese medio; lo sostienen.
Un tercer argumento es el sufrimiento del galgo. Negarlo sería una verdadera perogrullada. Yo mismo poseo tres galgas y pocas imágenes son tan aterradoras como las que de vez en cuando se ven en los medios de comunicación, e imaginas a tus perras de tal guisa. De las tres galgas que poseo dos son recogidas, una a la Sociedad Protectora de animales y Plantas de Sevilla, de la que soy socio desde 1993, otra de un conocido galguero que me la regaló, y la tercera perra llegó a casa como cachorra, también como regalo.
Contra esta lacra del maltrato y el abandono que, no lo olvidemos, se manifiesta en todos y cada uno de los ámbitos sociales, e incluso familiares de nuestra actual sociedad, estamos muchos. Los galgueros también. Sólo hay que leer o ver la cantidad de mensajes que anualmente se lanzan desde los colectivos de cazadores y por ejemplo, la Federación Española de galgos, el Club Nacional del Galgo Español, o criadores como El Legionario o Vallestrella, que hasta incluso tienen sus refugios para galgos abandonados y trabajan diariamente codo con codo con numerosas protectoras de todo el país, e incluso en el extranjero.
Si parecen todos argumentos de peso, pero vamos a analizarlos más detenídamente, porque no se sabe bien si son galgos o podencos.
España es un país de cazadores. Nuestro territorio es rico y variadísimo en paisajes y ecosistemas. El medio rural conserva, en muchos casos, costumbres como la caza, muy ancestrales, que no han hecho sino favorecer y mantener vivo ese medio; lo sostienen.
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