Esplá en XL Semanal
Leo ayer en el dominical de ABC, XL Semanal, una magnífica entrevista al Maestro Esplá, en la que como siempre, deja un par de píldoras que me gustaría destacar:
XL. ¿Qué futuro le ve a la fiesta nacional?
L.F.E. Si sigue como va, le veo un futuro... complicado. En muchos aspectos. Por un lado, quieren que siga siendo un espectáculo popular, y todo apunta a que si no se convierte en un espectáculo elitista, desde mi forma de verlo, tiene los días contados. Cuando digo elitista, quiero decir que hay que filtrar mucho más la calidad de los carteles, del ganado, del público. Yo preferiría, a pesar de que me digan que estoy loco, que el toreo se acercase mucho más al concepto de la ópera, en cuanto a organización y prestigio, a que siga generando miseria. Porque lo que está generando por los pueblos es miseria. Se dan dos mil corridas de toros al año y de ellas sólo dan fruto trescientas, pues malo. Al final, un negocio que no genera beneficios acaba llevando a la ruina. Un negocio que funciona así no puede tener mucho futuro.
XL. ¿Su argumento de cabecera para callar a un antitaurino?
L.F.E. Ninguno. El problema de los antitaurinos, o de los ecologistas, es que parten de una filosofía de vida totalmente distinta. Yo soy un hombre rural, y cuando pasa el tiempo te das cuenta de que el medio rural te enseña a vivir con la muerte como no lo hace el urbano. En el campo, la muerte es algo tangible. Allí se vela a los muertos y los ponen en casa. La gente toma café con el fiambre allí. Por el contrario, esta sociedad tiene una necesidad apabullante de preservarnos de la muerte. Nos hemos acostumbrado a ver muertos en el televisor, pero es algo frío, no nos toca, es como un preservativo. Los seres queridos que vemos en el tanatorio tienen un cristal de por medio. Si esta sociedad viese matar el pollo, o la ternera, no comería absolutamente nada. En el campo es totalmente lo contrario. Se cría el pollo, con todo el cariño del mundo, para matarlo luego rebanándole el cuello. Y se cría el cerdo. Toda esta forma de convivir con la muerte crea una ideología de vida que, lógicamente, discrepa de la del ecologista o el antitaurino.
Merece la pena leerla completa
XL. ¿Qué futuro le ve a la fiesta nacional?
L.F.E. Si sigue como va, le veo un futuro... complicado. En muchos aspectos. Por un lado, quieren que siga siendo un espectáculo popular, y todo apunta a que si no se convierte en un espectáculo elitista, desde mi forma de verlo, tiene los días contados. Cuando digo elitista, quiero decir que hay que filtrar mucho más la calidad de los carteles, del ganado, del público. Yo preferiría, a pesar de que me digan que estoy loco, que el toreo se acercase mucho más al concepto de la ópera, en cuanto a organización y prestigio, a que siga generando miseria. Porque lo que está generando por los pueblos es miseria. Se dan dos mil corridas de toros al año y de ellas sólo dan fruto trescientas, pues malo. Al final, un negocio que no genera beneficios acaba llevando a la ruina. Un negocio que funciona así no puede tener mucho futuro.
XL. ¿Su argumento de cabecera para callar a un antitaurino?
L.F.E. Ninguno. El problema de los antitaurinos, o de los ecologistas, es que parten de una filosofía de vida totalmente distinta. Yo soy un hombre rural, y cuando pasa el tiempo te das cuenta de que el medio rural te enseña a vivir con la muerte como no lo hace el urbano. En el campo, la muerte es algo tangible. Allí se vela a los muertos y los ponen en casa. La gente toma café con el fiambre allí. Por el contrario, esta sociedad tiene una necesidad apabullante de preservarnos de la muerte. Nos hemos acostumbrado a ver muertos en el televisor, pero es algo frío, no nos toca, es como un preservativo. Los seres queridos que vemos en el tanatorio tienen un cristal de por medio. Si esta sociedad viese matar el pollo, o la ternera, no comería absolutamente nada. En el campo es totalmente lo contrario. Se cría el pollo, con todo el cariño del mundo, para matarlo luego rebanándole el cuello. Y se cría el cerdo. Toda esta forma de convivir con la muerte crea una ideología de vida que, lógicamente, discrepa de la del ecologista o el antitaurino.
Merece la pena leerla completa
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