25 agosto 2006

Esperando a Talavante



Apareció por mayo en Las Ventas, en una tarde en la que los del clavel habían desparecido de la plaza, porque se trataba de una novillada. De lila y oro, recuerda al ansiado José Tomás en su forma de andar por el ruedo. Dos horas después, la gente salía por los vomitorios encandilada. Su colocación, cites, quietud y temple sorprendió a la afición madrileña. Unos meses después, habiendo tomado la alternativa, sigue maravillando por las plazas de España.
Dicen que no sabe matar, que ya se le cataloga como figura...Yo lo que sé es que, sin necesidad de pasear por el anillo despojos, cada tarde deja un regusto en el paladar a algo distinto, auténtico.

Seguro que le falta madurar, hacerse como torero, perfeccionar mil cosas, pero...estamos deseando verte de nuevo, torero.